martes, 22 de marzo de 2011

La Comarca Lagunera, laboratorio de violencia de Zetas, Chapos, paramilitares y del General Bibiano Villa


El operativo Sellamiento Nazas no ha frenado la violencia en la zona
La Laguna: paz en Gómez Palacio; guerra en Torreón; miedo en ambas


Gral. Bibiano Villa Castillo

Sanjuana Martínez

Especial para La Jornada

Periódico La Jornada

Domingo 20 de marzo de 2011, p. 15
Gómez Palacio, Dgo. La vida en las calles de esta ciudad transcurre con la monotonía diaria; día y noche, los transeúntes se desplazan aparentemente seguros. El río Nazas es una auténtica frontera que separa la paz y la violiencia de la Comarca Lagunera,laboratorio de violencia con cientos de muertos, desaparecidos yejecutados.
La vida cambia drásticamente nada más cruzar el río y llegar a Torreón, Coahuila. De tranquilidad se pasa a balaceras en las calles, matanzas en bares y restaurantes, robos a mano armada, y al toque de queda nocturno. ¿Por qué tanta diferencia en tan poco espacio conurbado?
La explicación la conoce cualquier ciudadano de ambos lados: los capos del narcotráfico, encabezados por elcártel de Sinaloa y agrupados en la alianza de Los Chapos, viven y duermen en Gómez Palacio, donde preservan la paz lanzando cuerpos de personas que ejecutan en Torreón, controlada por Los Zetas, banda caracterizada por su crueldad que se fue apoderando de Coahuila durante el gobierno de Humberto Moreira, hoy presidente del Partido Revolucionario Institucional.
La disputa entre esos grupos criminales en la Comarca Lagunera se centra en Torreón, estratégico paso de la droga por el centro del país hacia Estados Unidos. Resultado: 365 asesinatos y 10 mil 585 robos durante 2010.
Vida tranquila
Rocío Rebollo Mendoza está sentada en su despacho. Pertenece a ese 3 por ciento de mujeres ediles en México. Hija y hermana de ex alcaldes en Gómez Palacio, dice sentirse segura en su ciudad, por la que incluso transita de noche sin escolta ni vehículo blindado.
No se están dando enfrentamientos en el área urbana ni rural. No ves correteadero. No hay ataques contra la sociedad civil. No tenemos situación de alarma de gente disparando con pistolas. La gente que aparece tirada muerta son ajustes entre ellos mismos. Aquí no andan circulando por las calles. Lo que encuentras son muertos tirados o que me los avientan de otra parte. No sé dónde los matarán.
Gómez Palacio y Torreón sostienen el llamado Sellamiento Nazas, operativo que no ha solucionado la violencia en la comarca: Que no nos echen la culpa. Al momento de que no pueden brincarse para acá no pueden echar la culpa ni que la gente de Gómez vaya para allá [a Torreón]. Que quede muy claro dónde tienen focalizado su problema: [el mercado de] La Alianza y [la colonia] La Durangueña.
–El argumento es que los cártelesagrupados en Los Chapos viven y duermen aquí...
–Que me digan dónde. Yo desconozco.
–En la década de 1970, Gómez Palacio era territorio del cártel de Juárez y luego del de Sinaloa. ¿Qué pasó?
–Pasamos a ser consumidores. Lo que están peleando no es en Gómez Palacio sino la región. Antes éramos de paso, ahora somos consumidores.
–¿Cuáles son las coordenadas de los grupos criminales agrupados en Los Chapos?
–No me aventuraría a darte un diagnóstico de quiénes están peleando. No soy la persona adecuada, esa información la tiene Gobernación.
–¿Por qué en Gómez no hay balaceras como en Torreón?
–Allí no sé qué pasa; no sé que información tengan. Algo se movió.
Rebollo Mendoza asegura que no tiene miedo y afirma que ningún cártelde la droga ha querido negociar con ella: Aquí no hay negociación con nadie. Ninguna llamada he recibido ni para amenaza, ni para arreglar. A mí me dejan totalmente en paz. Yo camino mucho por mi ciudad. No traigo camioneta blindada, a pesar de la recomendación. Nadie me manipula; yo tomo las decisiones y las asumo. Tengo el ejemplo de honestidad de mi papá y de trabajo y humanismo. Poder tender la mano a la gente que lo necesita. Vemos tanta necesidad. Lo peor que puede pasar es ponerte esa coraza de dureza y que no te toque el corazón la necesidad de alguien.
–¿Dicen que El Chapo Guzmán se pasea por aquí?
–Yo no lo conozco. Que me avisen cuando ande por aquí. Es otra área.
–¿El cártel de Sinaloa domina su ciudad?
–No estoy metida en ese rollo.
–¿No tiene miedo?
–Ninguno. Eso ayuda mucho, porque el miedo te paraliza. Tengo muy claro lo que tengo que hacer. Tampoco tengo miedo a morir. Siento que hay tanta gente que reza por mí, que eso me cubre. Dios tiene muy marcado cuándo es el término de la vida.
Laboratorio
En la colonia La Durangueña hay casas vacías. El éxodo de los vecinos a raíz de las balaceras es imparable. Aquí ni los taxis quieren entrar. Hay que caminar desde la Casa del Cerro. Es una zona controlada por Los Zetas y cotidianamente hay ejecutados. En frente está el mercado de La Alianza y los vecinos no pueden pasar al Cerro de la Cruz porque el enclave está en poder de Los Chapos. En medio de la batalla por el control de una de las zonas más pobres de la ciudad, se encuentran los ciudadanos.



Doña Elena, con 47 años en esta colonia, dice que aunque quisiera irse no tiene adónde. Ha criado a cinco hijas que ya casó. Le queda el sexto, un niño de 15 años que reniega con alaridos porque no quiere acompañarla al DIF esta mañana de marzo: Se parece al padre, huevón y gritón, dice.Mi colonia era un buen lugar para vivir hasta que llegó Felipe Calderón con eso que quiere acabar con el narcotrafico, pero esto no se va a cabar nunca. Matan 40 y salen 45.
Mientras doña Elena habla atropellando las palabras como si estuviera deshagándose, un hombre de más de 50 años pasa inhalando solvente: “Este bárbaro no perdona ni la hora. Ahorita pasa el operativo. Nos tienen encerrados por tanta balacera. ¿Y de qué sirve? Mi vecina de al lado ya se fue, la de la esquina también, la de dos casas más se fue la semana pasada. Rentan casa en otra parte. Algunos ya se están regresando, porque adonde fueron a dar está peor que en La Durangueña. ¿Se imagina? ¿No hay salida?”
Los torreonenses no olvidan las tres últimas matanzas indiscriminadas en los bares Ferris, Las Juanas y La Quinta, donde decenas de jóvenes inocentes murieron. Un grupo denominadoMéxico Unido contra Los Zetas se adjudicó la balacera en el Ferris, mediante un video subido a Youtube titulado Eliminando zetas. Los videos en Internet y las mantas colocadas en las calles han devenido en medios de información del crimen organizado para difundir sus mensajes. Las horas de las balaceras, incluso, son anunciadas con antelación para prevenir a los ciudadanos.
“Torreón es considerado foco rojo. La Comarca Lagunera desde hace años ha sido uno de los principales, por los niveles de violencia, por el vacío institucional que permite y posibilita la violación de los derechos humanos”, dice Blanca Martínez, directora del Centro de Derechos Humanos Fray Juan de Larios.
La comarca es también lugar identificado en la República por sus desapariciones forzadas. Sólo en Coahuila han contabilizado más de 100 en los últimos años: Por un lado están las violaciones a los derechos humanos, la impunidad y la desaparición forzada. En el actual contexto de violencia obviamente todo lo que tiene que ver con la negación del derecho a la paz, a la seguridad, es un asunto generalizando en la población y se extiende en todo el estado.
Peor: recuerda que en 2009 se intentó instaurar el modelo Coahuila, simil del modelo Chihuahua, cuyo rasgo central era la incorporación de militares en cargos fundamentalmente de seguridad pública. Desde entonces, 16 militares han asumido funciones de seguridad pública en municipios de Coahuila, con el consiguiente aumento de violaciones de derechos humanos. “Lo que vivimos en el norte del país es el uso de la fuerza pública aplicada indiscriminadamente contra la población en aras de combatir a la delincuencia organizada; barren ante la incapacidad de prevenir el delito, de investigar y sancionar conforme a derecho [y] lo único que tienen es la fuerza bruta, sin ningún parametro legal ni mucho menos de derechos humanos.”
Señala al general Carlos Bibiano Villa Castillo, ex director de Seguridad Pública de Torreón, como clave en el aumento de violaciones a los derechos humanos y, como él mismo dijo, sobre el tema de ejecuciones sumarias: “No hemos podido asumir casos deejecuciones extrajudiciales. Estamos rebasados con las desapariciones forzadas donde la familia tiene un temor justificado para presentar la denuncia; en las ejecuciones el temor es mayor, porque ya tienen la confirmación de la crueldad del atentado contra la vida”.
Explica: “Es muy peligroso, idignante y de suma gravedad las declaraciones del general Bibiano Villa. No porque estemos hablando de un funcionario público que asume públicamente la violación a los derechos humanos de manera indiscriminada. Eso implica responsabilidad no sólo estatal, nacional, sino en terminos de responsabilidad a escala internacional. Las ejecuciones extrajudiciales son una grave violación a los derechos humanos contra quien sea. Se supone que para eso deben funcionar los marcos jurídicos y de derechos humanos. Se tiene que investigar a este señor, se le tienen que fincar responsabilidades. No sólo por la comisión de delitos, sino por graves violaciones a los derechos humanos. Esas declaraciones que ahora intenta matizar son sujetas a investigación y la Procuraduría General de la República y la fiscalía tendrían que iniciar una indagatoria”.

lunes, 14 de marzo de 2011

Militares convertidos en policías aplican sus "códigos" de guerra


El general habla de su labor como titular de Seguridad en Torreón
Si agarro a un zeta lo mato; ¿para qué interrogarlo?: jefe policiaco
El personal militar no se raja, asevera Carlos Bibiano Villa Castillo

El general brigadier Carlos Bibiano Villa Castillo Foto Holanda Contreras

Sanjuana Martínez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 13 de marzo de 2011, p. 7
Torreón, Coah. El general en retiro Carlos Bibiano Villa Castillo no se anda por las ramas: “Para rescatar Torreón hay que meterle huevos”. Es el director de Seguridad Pública y, sin ambages, precisa: “El personal militar está adiestrado para el combate. No se raja. Hemos tenido civiles que a la hora de los chingadazos se les frunce. Antes aquí correteaban a los policías, ahora ni madres, los correteamos a ellos y donde los alcanzamos los matamos. Aquí hay que romperle la madre al cabrón que ande mal”.
Viste camiseta y pantalón azul marino se coloca el casco y el chaleco antibalas. Empuña la pistola con la que duerme, saca el cargador, revisa la munición y corta cartucho. Es una Magnum 44 y se la pone a la cintura. Toma su fusil de francotirador G3 recortado con culata retráctil calibre 7.62, capaz de penetrar blindaje. Agarra el radio y dos teléfonos celulares. Da la orden con un grito escueto: “Vámonos”, y se encamina al estacionamiento seguido por miembros de su guardia personal, compuesta por 114 militares.
Son las cuatro de la tarde y seis camionetas con 30 efectivos encapuchados armados lo esperan para iniciar “la caza de malandros” en las “zonas más calientes” de la ciudad dominada por Los Zetas y peleada por Los Chapos. Sube a una camioneta color guinda y acepta la entrevista con La Jornada a bordo del vehículo.
El pasado 2 de marzo, en un operativo similar, sufrió una emboscada. Hombres armados que viajaba en cinco camionetas lo interceptaron y dispararon más de 500 balazos. El blindaje número seis de su camioneta le salvó la vida. Seis policías quedaron heridos. No es la primera vez que intentan matarlo desde que asumió el cargo, pero esta vez supo que uno de los suyos lo traicionó: “¿Quién fue?... Si supiera ya lo hubiera matado al cabrón. Los que nos venden no merecen vivir”.
Al arrancar el operativo aclara: “Me gusta la adrenalina. Venir a patrullar. Cuando agarro a un Zeta o Chapo lo mato. ¿Para qué interrogarlo? Que le vaya a decir a San Pedro lo que hizo. El Ejército tiene seguridad e inteligencia, no necesita información. El día que ellos me agarren a mí no me van a agarrar a besos. ¿Verdad? Me van a hacer pedazos. ¿Y qué? A eso estoy expuesto. El día que me toque, allí nos amarramos y punto”.
El general Villa Carrillo exhibe los códigos de la “mano dura” que alcaldes y gobernadores de diversos estados han decidido introducir en corporaciones policiacas cada vez más militarizadas.
Foco rojo
Cuando se le recuerda su linaje, sonríe con orgullo. Es nieto de Jesús Arango, alias El Bizco, primo hermano de Doroteo Arango, conocido como Francisco Villa: “Me siento orgulloso porque fue un gran guerrillero. Él practicó la guerra de guerrillas, y a mí me toca combatir la guerrilla urbana. Cada quien su adiestramiento”.
Dice conocer bien al enemigo; tanto, que durante el recorrido los va escuchando en una frecuencia de radio clandestina que ha captado. Claramente se oye a los delincuentes dar cuenta paso por paso del operativo: “Ahorita ya saben por dónde vamos. Transmiten de todas partes. Los taxistas les avisan, son sus halcones. A mí me dicen ‘el viejillo loco’. Esos hijos de la chingada no respetan a nadie”.
El año pasado, la Comarca Lagunera formada por Torreón, Coahuila; Gómez Palacio y Lerdo, Durango, fue la segunda plaza más violenta del país después de Ciudad Juárez, con 689 homicidios relacionados con el narcotráfico.
En Torreón se han duplicado los homicidios y las matanzas en bares y discotecas. A partir de 2008 Los Zetas se apoderaron de la plaza logrando corromper a la mayoría de los policías. Cuando el general llegó a su puesto despidió a más de 500 elementos. Hoy tiene a mil 14 a su cargo: “El cabrón que no quiera trabajar, a chingar a su madre. Punto. Aquí se paga bien (8 mil pesos). Logramos tres objetivos: darle casa a cada policía, seguros médicos mayores y un seguro de vida de 700 mil pesos. De modo que el que quiera cobrar el seguro de vida, pos que se muera”.
El general Villa Castillo, de 62 años, se especializó en telecomunicaciones. Se preparó durante 16 años. Recibió entrenamiento en Israel. Tiene dos licenciaturas y una maestría. Posee un equipo escáner valorado en 4 millones de pesos para interceptar llamadas “del enemigo”. Está convencido que Los Chapos viven en Gómez Palacio, Durango, y Los Zetas, en Matamoros, Coahuila. Ambos se disputan el territorio de Torreón.
El operativo pasa por el vado del río Nazas que separa a ambos estados, lugar donde los delincuentes tiran cadáveres mutilados o degollados. El río tiene cuatro puentes: amarillo, negro, plateado y de la Unión, pero a lo largo de 50 kilómetros existen más de 15 pasos clandestinos que son utilizadas por Los Chapos, llamados así porque varios cárteles de la droga se unieron al de Sinaloa para recuperar Torreón.
Mientras pasamos hay patrullas distribuidas en el cauce del río que forman parte del denominado Sellamiento Nazas, operativo conjunto que pretende controlar el flujo criminal: “Nosotros sí trabajamos, no crea que porque usted vino andamos haciendo el patrullaje. Todo el pinche día estamos en esto. Por allí pasan. ¿Ve la rodada de los vehículos?”
Territorio azaroso
La ciudad está dividida en nueve zonas altamente conflictivas, en especial las más pobres, convertidas ahora en campo de batalla. Los cerros están cubiertos de casas paupérrimas y forman parte del mayor cinturón de miseria. La polvareda del desierto se levanta ante el paso ostentoso del convoy. La gente lo mira con recelo, apura el paso y se mete de inmediato a sus viviendas. En pocos minutos las calles quedan desiertas.
Nos adentramos en el Cerro de la Cruz, único enclave controlado por Los Chapos. Hay sólo una calle asfaltada, el resto son escalinatas. Un auténtico laberinto que hace más difícil el trabajo de los policías. El lugar está lleno de halcones y es propicio para emboscadas. Los jóvenes en las esquinas ni se inmutan ante el paso de la autoridad: “son de los mismos”, dice el general que desde que llegó a su puesto ha perdido a seis policías en combate y sostenido 76 enfrentamientos con los delincuentes: “Lo que pasa es que esos cabrones nunca dan batalla. Nomás rafaguean y huyen. La ventaja de nosotros es nuestro armamento: tiro a tiro, pero bien apuntado. Por eso les hacemos muchas bajas. Hemos matado a unos 200”.
–Seis bajas, frente a 200... ¿Eso quiere decir que van ganando la guerra, como dice Felipe Calderón?
–El problema es que matamos unos y salen más, levantamos otra piedra y salen más... Civiles han muerto muy pocos. Nosotros siempre tiramos a matar al narcotraficante. Nunca al civil. En cuanto ellos ven que empieza la balacera corren y todos pecho a tierra y a cuidarse”.
El crimen organizado ha encontrado el mejor caldo de cultivo para su particular ejército de “burreros” y sicarios en la Comarca Lagunera: cientos de jóvenes desempleados, consumidores de droga y olvidados por las políticas públicas del Estado.
Villa Castillo ingresó al Ejército a los 16 años por orden de su madre. Fue el penúltimo de los 36 hijos que tuvo su padre con seis mujeres. Es masón, dice ser incorruptible y leal hasta la muerte: “A mí no me da vergüenza decirlo: mi padre es el Ejército y mi madre la Patria. A ellos les debo todo. Me educaron, me adoctrinaron y me prepararon para esto”.
La guerra es la guerra, y por eso justifica los códigos militares. El operativo de patrullaje pasa ahora por el mercado de la Alianza, zona altamente conflictiva. Muchos negocios han cerrado ante la extorsión y la violencia. Cruzamos los rieles y nos adentramos a la mítica colonia la Durangueña, escenario de balaceras y ejecuciones, y controlada por Los Zetas. “Yo desconfío de la Policía Federal porque ellos no matan, nomás agarran. Y el Ejército y la Marina matan”.
El siguiente enclave habitacional de miseria es la colonia San Joaquín, llena de callejones: “Son lugares propicios para una emboscada. De aquí está cabrón salir. Desde los cerros se atrincheran y nos tiran, pero ahora traemos armamento de largo alcance con mira telescópica. Ya podemos darle a un cabrón que esté a un kilómetro de distancia. Nomás los vemos caer... Ya se perdió aquella ética que tenía el sicario o el narco, ahora son asesinos. Antes tenían ética hasta para matar, ahora llegan y hacen pedazos”.
El Cerro de las Noas, famoso por el Cristo protector, es escenario ahora de las más cruentas batallas. Por los recovecos de la colina convertida en búnker de Los Zetas se atrincheran los francotiradores: “El otro día nos tocó ir a matar allí a seis cabrones y los matamos. ¿Cuál es el problema?
–¿Y eran Zetas o Chapos?
Zetas.
–¿Cómo sabe? no los interroga, ni habla con ellos...
–Lo supimos porque nos habían robado unas armas, y allí las localizamos.
–Hay leyes, general. Usted decide quién debe morir o vivir... ¿no cree que eso lo decide Dios?
–Pues sí, pero hay que darle una ayudadita.
–Si se le acerca uno de esos para hablar...
–Allí mismo lo mato. Yo me lo chingo.
–¿Mata, luego averigua?
–Así debe ser. Es un código de honor.
Para el general, los derechos humanos son algo que “no funciona como debe”. Dice que el trabajo de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos es bueno, pero “no cumple sus funciones”. Debería proteger al lastimado y parece que defiende al delincuente”.
El operativo pasa por la colonia Primero de Mayo. Las chozas de madera de la Zaragoza Sur y Norte destacan rumbo a la avenida de Las Mieleras: “Se esconden en las piedras. Cada rato subimos y les quitamos sus parapetos. Traen cuerno de chivo, rifles 270 con mira telescópica”.
Después de hora y media de patrullaje ordena volver al cuartel. Al lado de su oficina habilitó un lugar para vivir. Tiene una cama, aparatos para hacer ejercicio y un baño sauna: “Trabajo todo el año, domingos, festivos. No tomo vacaciones. ¿El esparcimiento?... Mi esparcimiento son las mujeres. Hoy en la noche tengo pelea cuerpo a cuerpo en un ring, que es una cama. ¿Quién gana? Ellas, yo les doy chance a las mujeres”.
Tiempo después de la entrevista se difundió información de que el general en retiro sería transferido a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) de Quintana Roo.